LA BELLEZA DE LA HUELGA GENERAL (por Jorge Riechmann)
Declaración de principios del SEO: Rogelio Cañedo Liz.
Con independencia de todos los valores ético-políticos que pueda tener una huelga en una situación determinada, en ella hay algo valioso en cuanto tal, más allá de las circunstancias concretas que la enmarcan: su carácter de interrupción del curso maquinal de las cosas.
Es un corte potencialmente capaz de romper el desastre hacia el que se encamina el mundo. En el universo del tardocapitalismo, lo maquinal es el principio de muerte, y tenemos que saludar la discontinuidad como una afirmación de vida.
Frente a la dictadura del “tiempo real”, la demora.
Frente a la brutal coacción de lo inmediato, la articulada delicadeza de las mediaciones.
Frente al abaratamiento de la palabra (condicionado por las mejoras técnicas en el campo de las telecomunicaciones), el valor de la reticencia y el silencio.
Frente a la falsa autoridad de la imagen, la dignidad del hueco.
Frente a la tiranía del trabajo muerto, frente a la demagogia de la normalidad, la restallante belleza de la huelga general.
Declaración de principios del SEO: Rogelio Cañedo Liz.
Los
tiempos que corren nos llaman a actuar. Mucho ha que vivimos en un sistema que
antepone los intereses de unos pocos a los derechos de la mayoría, en el que
los políticos, muchos de ellos salpicados por escándalos de corrupción, son
títeres de los mercados y en el que los medios de comunicación son siervos del
poder económico. La justicia, o lo que queda de ella, acaricia con guante de
seda a los terroristas financieros mientras descarga todo el peso de la ley
sobre aquellos y aquellas que osan alzar su voz contra el orden impuesto. Los
servicios públicos, desde la educación hasta los transportes, pasando por la
sanidad, son víctimas de una campaña de expolio, desprecio y desprestigio, que
pretende justificar su progresiva privatización, de modo que lo que nos
pertenecía a todos pase a manos de grandes empresas.
Mientras
tanto, se conceden amnistías a quienes
robaron y defraudaron fondos de las arcas públicas, en un gesto que demuestra
de qué lado están nuestros dirigentes.
Los
derechos de los trabajadores se vulneran, sus sueldos se recortan y el despido
se abarata para que las grandes
corporaciones sigan obteniendo beneficios.
Mientras tanto, las mismas grandes empresas que explotan, esclavizan,
especulan con el precio de los productos básicos y atentan contra el medio
ambiente y la sostenibilidad, se nos presentan como el ejemplo a seguir y el
camino hacia la recuperación económica y hacia esa falsa felicidad que nos
quieren vender en forma de consumismo. Familias
enteras, son expulsadas de sus propios hogares, mientras que los mismos bancos
responsables de estos desahucios, son rescatados una y otra vez con
astronómicas inyecciones de dinero público.
La
indigencia aumenta, las ayudas a personas en situaciones precarias desaparecen
y se niega la atención médica a los sin papeles. Mientras tanto, los mismos que
nos exigen austeridad y nos acusan de haber vivido por encima de nuestras
posibilidades, continúan percibiendo salarios desorbitados, haciendo
ostentación de riqueza y eludiendo sus responsabilidades. Los
tiempos que corren nos llaman a actuar. Todo
atentado contra nuestros derechos no sería posible sin nuestra sumisión y
consentimiento. ¡Pero ya basta! Somos cada uno y cada una de nosotras quienes
sujetamos este sistema que se tambalea, hagámonos escuchar ahora más que nunca.
Por
todo ello manifestamos que: Defendemos
el derecho al trabajo, a la educación, a la sanidad, a la vivienda. Creemos
en la verdadera justicia, en la igualdad de oportunidades y en la igualdad de
todas las personas sin importar su sexo o raza. Nos
negamos a ser la generación que dejó escapar los derechos durante tantos años
conquistados. No
comulgamos con un sistema cuyo sustento resida en la existencia de explotados y
explotadores.
Nos
negamos a subordinarnos a dirigentes que vulneran derechos constitucionales
como la vivienda, el trabajo, la salud, la educación, la igualdad… Hacemos
un llamamiento a la movilización ciudadana, a la protesta, a la insumisión. Es
el momento de unirse, de tomar las riendas de nuestro porvenir, de concienciar
a nuestros amigos y compañeros, de informarnos, de creer que otra sociedad es
posible, de hacer oír nuestras voces, de salir una y otra vez a la calle hasta
que dejen de ignorarnos. La única lucha que se pierde es la que se abandona. Tenemos un compromiso con el futuro y con la
historia.
Tiempos retrógrados.
''¡Ayer presencié un
asesinato, unas imágenes atroces se postraron ante mi lecho, no llegaba a creer
lo que presenciaba, pero era cierto, la vida de todos corre grave peligro y el
mundo tal y como lo conocemos está cambiando!'', estas palabras tan
''trágicas'' y de melodrama barato estaban a flor de calle, ya que se tachó de
terrorista a todos aquellos que utilizaran su libertad de expresión y reunión y
que la llevaran acabo por redes sociales, se asesinó a la intelectualidad, a
esa fría y distante amiga nuestra que cada año se aleja más del propósito de
educar, se asesinó y martirizó a todos aquellos portavoces del saber...
Revivimos en carnes más jóvenes, esa frívola sonrisa placentera de tijeretazo
limpio, que ya había sido presenciada con anterioridad, pero de eso hace ya
casi 40 años, gracias a Dios esa malévola sonrisa de inquina cayó, y se disipó
hasta convertirse en un valle de nostálgicos recuerdos. Ese afán de analfabetismo,
de que el saber sea el de la calle, es el mismo que el de ''mi fiel amigo
alemán'' de cuyo nombre no quiero acordarme, y que venía cada dos por tres a
España, en busca de mi tito Paquito. Queremos decir con esto, que aunque
periódicos neofranquistas, saquen retratos de personas que ayudan y quieren
librarse del hombre de la sonrisa flácida, nadie se callará, queremos decir que
el descontento es profundo y difícil de aplacar, pero aunque cueste mil años se
serguirá en el batallón, porque seamos jóvenes no significa que nos
desinteremos por un bien común, todos somos iguales, y eso intentamos que se
haga.
Fdo. Atte.: Borja Moreno
Martínez (Sindicato de Estudiantes de Orihuela).
¡Buenos
días Grecia!
Indignación
es el sentimiento, junto al patriotismo, que más estamos sintiendo en España,
indignación ante esta política rancia llamada ''la ley del más fuerte'', que en
resumidas cuentas aquel que tenga dinero irá a la universidad, tendrá servicios
sanitarios, podrá pagar su casa y no ser desahuciado, y una serie de ''lujos''
que en realidad son básicos y de primera necesidad. Yo pregunto ¿Dónde están
los cambios tan anhelados que esperaban aquellas necias personas que dieron su
voto a ojos cerraros, hacia el hombre que nos llevará a convertirnos en la
próxima Grecia? No lo sé, solo sé que cada día nos iniciamos antes en el tema
de la economía, la polítca, la vida...
Temprano
rompimos el cascarón de la ignorancia, y de la infancia salimos economistas
controlando conceptos y situaciones que nos sobrepasan. Tu prima y la de
riesgo, sus recortes tóxicos o acciones tóxicas, la amnistía fical, el IBEX, el
PIB, la renta per cápita o el umbral de la pobreza, al cual nos acercamos todos
los días a dar nuestras más sinceras condolencias a las nuevas personas que
entra en ese pozo llamado pobreza, depresión, destierro de una sociedad
consumista. Todas estas palabrejas le suenan, sino le han arruinado ya la vida,
a un niño de trece años. ¿Cree qué hay derecho? Por eso, nosotros tenemos una
responsabilidad para con la sociedad española; la de defender con el don de la
palabra, nuestro futuro, nuestros estudios y nuestras vidas. Que seamos jóvenes
no significa que nos tengáis que infravalorar, o que no sepamos tratar a la
gente con educación y respeto, que seamos jóvenes no significa que seamos
tontos.
Fdo. Atte.: Borja Moreno
Martínez (Sindicato de Estudiantes de Orihuela).
07.05.12
- 00:29 - LUISA PASTOR MARTÍNEZ | ORIHUELA.
Desde
la misma época del Imperio Romano se viene describiendo a los íberos como
burdos y elementales. Estrabón, por ejemplo, describe a los hispanos como un
pueblo salvaje, incapaz de asumir la civilización.
Tal vez
vaya siendo hora de analizar esos discursos y preguntarnos qué hay de cierto en
ello. ¿Por qué determinadas naciones, como Finlandia, hacen gala de haber
ideado un sistema educativo que conduce indefectiblemente al éxito de sus
estudiantes, y nosotros, en cambio, somos dueños perversos de uno que conduce
en alto porcentaje al fracaso y al abandono?; ¿por qué EE UU, y no nosotros,
tienen la NASA y los tiburones de Wall Street y el 'Señor Dólar', aun con sus
horas bajas?; ¿por qué la mujer española aún va a la zaga de la mujer nórdica
en la ampliación de sus roles y libertades?; ¿por qué el sentido de la
disciplina y la profesionalidad en el trabajo parece cosa propia de Alemania y
para los españoles es una losa que se nos viene encima, imposible de soportar?
Y, puestos a preguntarnos, ¿por qué no nosotros y sí los ingleses tienen la
frialdad suficiente como para pararse a pensar?
¿Qué
vamos a hacer los españolitos si no podemos ser Finlandia? Pues tomarnos una
copichuela y olvidarnos del asunto, porque no tenemos remedio. Además, siempre
nos quedará el orgullo patrio de nuestra marcha veraniega y, más aún, el haber
compuesto 'La Macarena'. ¡Ahá!
Luisa Pastor Martínez
Made in China
Cuentan que esa imperiosa maravilla del
mundo moderno que distingue a China, su Gran Muralla, es, en gran parte, un
cementerio. Y tiene fama, además, de ser el mayor cementerio del mundo. Así, a
ojo, unos diez millones de peones sucumbieron en su construcción. Gente
anónima, insignificante. Por lo visto, sus altas torres de vigilancia no fueron
diseñadas para preservar la seguridad de los obreros que exhalaron sus almas
cara a cara con sus piedras. ¿Y qué es una persona en la vastedad de esa región
remota, de esas laderas sin límite? ¿Acaso computa de forma significativa una
vida en un país con la mayor población del mundo? ¿Puede el hombre nacido en
Oriente considerarse algo remotamente más visible que un mosquito, que un grano
miserable de sus esclavizaremos arrozales? Ahora China, con su poderío
económico y demográfico, proverbial desde la antigüedad, y puede ser que sin
proponérselo fríamente, nos lanza un tsunami del que solo nos salvaría, se
dice, entonar su rezo militar: «Productividad, productividad, productividad».
El Humanismo crepita como el pan de gamba, amigos, se contrae ante la
persuasión de la deuda. Y el dinero no tendrá un valor excelso en el Tíbet,
pero lo que es en Europa? Haremos lo que sea menester en aras de que el grifo
no se cierre. Ya sea cambiar el vals por las artes marciales, nuestros
mercadillos por sus bazares que no cierran, o remachar nuestras limpias nucas
con la merecida etiqueta «made in Taiwan».

Luisa Pastor Martínez
Déficit humano
Abren la boca los grandes
declamadores del circo de la gobernación y sueltan sus leones, cargados de
ambiciosas y prometedoras reformas, reformas justas y necesarias como el pan de
cada día, el pan que, como en toda crisis histórica, habremos de pagar un día a
precio de oro. Ahí van en sus carros, triunfales, satisfechos de su labor,
portando, como si se tratase de las mismísimas tablas de Moisés, el legado para
el futuro, ya que tienen asumido que el presente no tiene remedio. Ya lo
advirtieron con la Reforma Laboral, por poner un caso. Bien, pues este es el
legado que yo alcanzo a ver, la rica herencia que van a dejar a la posteridad
los políticos de hoy y anteayer, rubricada con un reguero de mártires, algunos
yacen en Grecia como profetas: una Europa convertida en un cinturón que ahoga a
sus gentes, una prostituta egoísta que, una vez saciados sus básicos apremios,
despide con malas maneras a sus benefactores, un coche viejo y desvencijado
hábilmente ubicado en una pendiente con la marcha atrás puesta, un gigantesco y
flacucho buitre habituado a tomar como alimento la carroña, páramo con páramo,
sin una letra, una mínima cortesía, o un modesto auxilio. Y una razón suprema
orientando sus más que maquiavélicos métodos: reducir el déficit. ¿Qué déficit?
Desde luego, no el humano. Y el precio es el sacrificio nimio de la honestidad.
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